EUROPA
PRESS
26 abril
2019
Comer
en exceso y con estrés, un tándem peligroso
No es ningún secreto que el consumo
excesivo de alimentos ricos en calorías puede ser perjudicial para la salud,
pero resulta que, bajo el estrés, puede ser aún más importante vigilar lo que
comemos. Un equipo dirigido por el profesor Herbert Herzog,
jefe del Laboratorio de Trastornos de la Alimentación en el Instituto de
Investigación Médica Garvan, en Australia, descubrió
en un modelo animal que una dieta alta en calorías cuando se combinaba con el
estrés daba como resultado un incremento de peso mayor que la misma dieta
causada en un ambiente sin estrés.
Los investigadores, cuyo trabajo se publica este jueves en 'Cell Metabolism', revelaron una
vía molecular en el cerebro, controlada por la insulina, que impulsa el
incremento de peso adicional. "Este estudio indica que tenemos que ser
mucho más conscientes de lo que comemos cuando estamos estresados, para evitar
un desarrollo más rápido de la obesidad", dice el profesor Herzog.
Algunas personas comen menos cuando están estresadas, pero
la mayoría aumentará su ingesta de alimentos, y lo que es más importante, la
ingesta de alimentos ricos en calorías y azúcares y grasas. Para entender qué
controla este 'estrés alimentario', los investigadores de Garvan
evaluaron diferentes áreas del cerebro en ratones. Mientras que la ingesta de
alimentos está controlada principalmente por una parte del cerebro llamada
hipotálamo, otra parte del cerebro, la amígdala, procesa las respuestas emocionales,
incluida la ansiedad.
"Nuestro estudio demostró que cuando estaban estresados
durante un periodo prolongado y había alimentos con alto contenido calórico,
los ratones se volvían obesos más rápidamente que los que consumían el mismo
alimento alto en grasa en un ambiente sin estrés", explica el doctor Kenny
Chi Kin Ip, autor principal
del estudio.
Los científicos descubrieron que en el centro de este
aumento de peso había una molécula llamada NPY, que el cerebro produce
naturalmente en respuesta al estrés para estimular la alimentación en humanos y
ratones. "Descubrimos que cuando desactivamos la producción de NPY en la
amígdala, se redujo el aumento de peso. Sin NPY, el incremento de peso en una
dieta alta en grasas con estrés fue el mismo que el aumento de peso en un
ambiente sin estrés, dice la doctora Ip. Esto muestra
un vínculo claro entre el estrés, la obesidad y el NPY".
Niveles de
insulina diez veces más altos en una dieta calórica bajo estrés
Para entender qué podría controlar el aumento de NPY bajo
estrés, los científicos analizaron las células nerviosas que produjeron NPY en
la amígdala y descubrieron que tenían receptores o "estaciones de
acoplamiento" para la insulina, una de las hormonas que controlan nuestra
ingesta de alimentos. En condiciones normales, el cuerpo produce insulina justo
después de una comida, lo que ayuda a las células a absorber la glucosa de la
sangre y envía una señal de 'dejar de comer' al centro de alimentación del
hipotálamo del cerebro.
En el estudio, los científicos descubrieron que el estrés
crónico solo elevaba los niveles de insulina en la sangre ligeramente, pero en
combinación con una dieta alta en calorías, los niveles de insulina eran diez
veces más altos que los ratones que estaban libres de estrés y obtenían una
dieta normal.
El estudio mostró que estos niveles altos y prolongados de
insulina en la amígdala provocaron que las células nerviosas se
desensibilizaran a la insulina, lo que les impidió detectar la insulina por
completo. A su vez, estas células nerviosas desensibilizadas elevaron sus
niveles de NPY, lo que promovió la alimentación y redujo la respuesta normal de
los cuerpos a quemar energía a través del calor, mostró el estudio.
"Nuestros hallazgos revelaron un círculo vicioso, donde
los niveles elevados de insulina crónicos provocados por el estrés y una dieta
rica en calorías promovían cada vez más la alimentación, explica el profesor Herzog. Esto realmente reforzó la idea de que, si bien es
malo comer comida chatarra, comer alimentos ricos en calorías bajo estrés es un
doble golpe que impulsa la obesidad".
Aunque el desequilibrio de insulina está en el centro de una
serie de enfermedades, el estudio indica que la insulina tiene más efectos en
el cerebro de lo que se pensaba anteriormente. "Nos sorprendió que la
insulina tuviera un impacto tan significativo en la amígdala, dice el profesor Herzog. Se está volviendo cada vez más claro que la
insulina no solo afecta a las regiones periféricas del cuerpo, sino que regula
las funciones del cerebro. Esperamos explorar estos efectos en el futuro".